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Resumen de Noticias 07/09/2008

NADA CAMBIÓ EN LA FRONTERA. Continúa el contrabando de combustible ecuatoriano. Ocho clanes familiares dominan el ilegal negocio en Tumbes.

-El ingreso de combustibles procedente del Ecuador y de cualquier país de la Comunidad Andina de Naciones está liberado del pago de aranceles desde el 2005.

-Al ser un producto peligroso, su transporte y comercialización deben cumplir reglas del Ministerio de Energía y Minas, y aquellos que lo quieren hacer deben recibir las autorizaciones respectivas.

"Denunciarlos sería como ponerme la soga al cuello porque mi hijo es mecánico y trabaja acondicionando los vehículos que llevan el combustible". Eso fue lo que respondió un poblador de Cancas, en el sur de Tumbes, cuando se le consultó sobre el contrabando de gasolina, petróleo y gas ecuatoriano.

Hace dos años, este Diario denunció que el contrabando se realizaba a vista y paciencia de las autoridades y desde entonces poco ha cambiado. Recién en marzo pasado se creó una Fiscalía Provincial Especializada en Delitos Aduaneros y Contrabando que con apoyo de la policía y aduanas ha ganado algunas batallas, pero la victoria aún se ve lejana, sobre todo si se tiene a la población en contra.

No se exagera cuando se dice que todo el departamento fronterizo cree beneficiarse con este negocio ilegal. En la pirámide del pecado están los ocho clanes familiares que transportan y comercializan el combustible.

"Aquí todos usamos el gas ecuatoriano. Ese balón trae 15 kilos (de GLP) y nos cuesta igual y a veces menos que el balón peruano de 10 kilos ", señala el mismo poblador, de unos 65 años, que antes nos contó de su hijo mecánico.

Hilario Valladares, administrador del grifo Alborada, dice que el 80% del combustible que se consume en Tumbes es comprado en las calles. De 12 grifos que había en el departamento a fines de la década pasada, hoy solo quedan 7, y si antes las estaciones vendían unos 40.000 galones de diésel por mes, hoy solo llegan a los 5.000.

El galón de gasolina, que supuestamente es de 90 octanos y que se dice equivale al contenido de cuatro botellas de gaseosas de litro, cuesta S/.4,44 en Ecuador, S/.8 en las calles y S/.14 en un grifo (y quizás la gasolina que venden los grifos no sea legal). Hay un gran margen para que actúen los contrabandistas y vender es fácil pues nadie lo impide.

Cuando se le consulta al alcalde provincial de Tumbes, César Cuenca Sulca, por qué no controla el comercio informal, señala el carácter social del problema y aduce que si lo combatiera, la población tomaría represalia contra él. Eso sí, el representante del pueblo se queja de que la policía y los funcionarios de aduanas se hacen de la vista gorda.

En lo que va del año la Intendencia de Aduanas de Tumbes detuvo 161 vehículos e incautó 17.692 galones de combustible, sobre todo en julio y agosto, por el actuar del comando de lucha anticontrabando que encabeza la fiscal Luz Mery Zuzunaga. Pero sobre cómo es que a diario siguen pasando unos 3.000 galones por su puesto de control de Carpitas, los aduaneros explican que no tienen facultades para detenerlos y que los dos miembros de la policía con presencia permanente no son suficientes para interceptar los convoy armados que forman los contrabandistas.

El general PNP Mario Obregón, jefe de la policía en Tumbes, aduce la escasez de policías, pues con los que tiene no podría enfrentar una reacción violenta del pueblo si empiezan las incautaciones.

Para romper esa relación entre los contrabandistas y la población, la fiscalía realizó una campaña de información dirigida a comerciantes y consumidores pero es evidente que no obtuvo buenos resultados.

La población y las autoridades parecen no darse cuenta que cuando un delito queda impune nacen mil delitos más, así que en este Tumbes en que las autoridades dicen que hacen lo mejor que pueden y en que el pueblo le echa la culpa a las autoridades, la delincuencia crece a un ritmo descomunal y la ciudad es tomada --ya no solo de noche-- por sujetos de mal vivir que cuando no contrabandean se dedican al robo callejero o en mototaxis y hacen que caminar a una o dos cuadras de la plaza principal sea muy peligroso.

"Dos veces me han querido robar mi cámara --cuenta el ya citado poblador--;en una me golpearon en la cabeza, cerca de mi casa, acabé en el hospital, pero no me la quitaron", dice con cierto orgullo. La delincuencia, así como su hermano y padre el contrabando, es para todos.

Juan Vargas Sánchez. El Comercio. Edición On Line. Peru.07/09/2008.

http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa

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